La enseñanza de lenguas en el presente
modelo educativo, nacional y autonómico
Los
principales problemas de la enseñanza de lenguas extranjeras son:
·
Los problemas y
limitaciones de la situación actual (expectativas de los objetivos fijados por la
Unión Europea y el Estado español): La dicotomía entre las directivas
comunitarias en materia de cohesión de los territorios europeos y, por otro
lado la diseminación de competencias en materia educativa que han ocasionado
una multiplicidad de políticas lingüísticas en las que se ha primado la
enseñanza de algunas lenguas cooficiales en detrimento de políticas activas en
materia educativa que incidan en la superación del tradicional déficit de
conocimiento en lenguas extrajeras de la ciudadanía española.
·
Aspectos
relacionados con el alumnado de secundaria como su edad y madurez; la situación
familiar y los desequilibrios económicos/sociales; problemas de salud,
discapacidad etc.
·
La necesidad de
conseguir resultados externos contrastables en un contexto competitivo tanto
para las pruebas de carácter nacional (las reválidas de ESO y Bachillerato)
como para las de carácter internacional (Informe Pisa, OCDE…).
·
Las condiciones
del mercado de trabajo que demandan un conocimiento práctico y eficaz de una
lengua extranjera.
·
Las nuevas
tecnologías y cómo emplearlas en el aula de manera eficaz y atractiva.
·
La competencia
de métodos informales y transversales de aprendizaje de lenguas.
·
La presión de otros
bloques lingüísticos en el contexto del mundo global.
Bajo
mi punto de vista, el problema más grave es la necesidad de conseguir
resultados externos contrastables, debido a que esto genera una presión al
profesorado: sus alumnos deben conseguir superar con éxito estas pruebas por su
propio bien (algunas de ellas determinan sus posibilidades de futuro como las
pruebas de acceso a la Universidad) y también por el bien del propio profesor,
puesto que la sociedad mesura el prestigio del docente y se cuestiona su
profesionalidad en función de si su alumnado consigue los mejores resultados en
este tipo de pruebas. Además, uno de los principales inconvenientes de las
evaluaciones externas es que los estándares de evaluación institucional
corresponden a un escenario ideal con un nivel de calidad deseada en el
contexto nacional e internacional que no tiene por qué coincidir con la
realidad y los instrumentos de evaluación se diseñan desde el exterior de los
propios centros educativos.
Como
comentábamos en el anterior párrafo, el principal aspecto negativo es la
repercusión que tiene en el trabajo del docente, que en la mayor parte de los
casos decide dejar de lado la programación que le gustaría llevar a cabo con el
alumnado y emplea la metodología de carácter más tradicional y menos novedoso.
Esto también implica que las clases se centren en que el alumnado adquiera los
conocimientos necesarios para una buena realización de las pruebas, dejando de
lado otros aspectos relacionados con la enseñanza de idiomas como pueden ser la
interculturalidad, el multilingüismo, la cultura y tradiciones del país, etc. y
centrándose en la gramática, vocabulario, etc. que son las destrezas que
tradicionalmente se consideran «más importantes». Este aspecto está íntimamente
relacionado con otro de los principales problemas del aprendizaje de lenguas: las
condiciones del mercado de trabajo que demandan un conocimiento práctico y
eficaz de una lengua extranjera. Bajo un prisma mercantilista se fomenta un
aprendizaje utilitarista, es decir, que sea útil para la consecución de un
trabajo para, de este modo, ser productivo. Podríamos decir, pues, que las
pruebas externas fomentan esta visión de la educación, la de un mercado
económico competitivo en el que se premia únicamente la excelencia y no los
valores, el progreso en el aprendizaje, etc.
Cabe
señalar que es realmente complicado buscar una solución a este problema tan
arraigado en nuestra sociedad. Siempre han existido este tipo de pruebas y, de
hecho, cada vez son más numerosas, porque se considera que estas pruebas
realizan una evaluación más objetiva y ofrecen mayor credibilidad para sacar
conclusiones. Cierto es que estas pruebas ofrecen un diagnóstico bastante
acertado en relación al nivel de competencia del alumnado, pero en mi opinión,
solamente deberían tener un carácter orientador (en la actualidad no todas
estas pruebas lo tienen) y no debería influir en las decisiones metodológicas y
curriculares del profesorado. Para ello se puede intentar reducir el impacto
que generan en la sociedad y elaborar pruebas que no sólo midan el nivel de competencia
lingüística, sino también los demás aspectos citados anteriormente.
A
modo de conclusión podemos decir que existen varios problemas en la enseñanza
de LE, de entre los cuáles destacamos la necesidad de conseguir resultados
externos contrastables en un contexto competitivo debido a que generan una
presión en el docente y en el alumnado que tiene una repercusión muy negativa
en el trabajo de los profesores. Es, por lo tanto, imprescindible cambiar la
concepción de estas pruebas y emplearlas únicamente con carácter diagnóstico.
Estoy de acuerdo en todo. Pero, si las pruebas han de tener mero carácter diagnóstico, ¿por qué han de ser tan tomadas en serio? ¿Cuál es en realidad la motivación que lleva a organismos internacionales a desarrollar informes con el famoso PISA?
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